Santuario de los Caídos de la comunidad El Triunfo, Champerico
CPR de la Sierra
No es propiedad de un gobierno, es propiedad de su historia
Por Aisza Arreaga Alonzo
"Una tercera parte de mi vida había huido, sin que yo lo decidiera. Para entonces tenía ya 11 años y las circunstancias me hicieron hombre. Sabía que no tendría dónde vivir y la malanga me hacía recordar que no moriría de hambre. Aunque estuviera siempre con frío o cansancio no podía pensar solamente en mí. Niños y ancianos, con el matate en mano, caminábamos en fila india hacia la montaña. ¡Tierra arrasada!, decían. No comprendía qué significaba aquello, pero sí sabía que querían matarnos como cucarachas. No quería morir o ver morir a los que quería".
Origen y creación
Las Comunidades de Población en Resistencia (CPR) de la Sierra nacen a partir del conflicto armado interno y la política de tierra arrasada que impulsó el estado militar guatemalteco (1980-1983)[1]. Los verdes (el ejército) perseguían, violaban, torturaban y mataban a los comunitarios. Destruían siembras, quemaban casas, así que solo tenían dos caminos: refugiarse en la montaña o salir hacia la frontera con México para salvar sus vidas. No obstante, hubo quienes se quedaron en sus lugares de origen para acompañar a los hijos que ofrecían lealtad al enfrentamiento armado.
El gobierno del general Lucas García y su ejército se empeñaban en destruir todo tipo de organización social. En la ciudad, en el occidente y al otro lado del país, se originaban denuncias, manifestaciones y expresiones de descontento. Líderes sindicales y universitarios desaparecían, o por el contrario, aparecían muertos. “No existía derechos humanos".[2]
A la población en resistencia no le quedaba más que organizarse. Unos grupos velaban por la seguridad de la población y los pocos recursos que tenían (machetes, alimento, agua, ropa), y otros se ocupaban de la educación, la salud y la motivación del espíritu de lucha. Todo lo que producían dentro de la comunidad se repartía equitativamente y esto permitía que su sistema democrático fuera legítimo.
Una aldea, un lugar de la realidad
Una vecina de la comunidad El Triunfo coloca una vela en la placa del Santuario de los Caídos. Foto: Aisza Arreaga Alonzo.
Un letrero de bienvenida que se encuentra por encima de una talanquera abre paso a la comunidad El Triunfo. Sus calles anchas y planas, atestadas de lodo a causa de la lluvia, dejan ver el tamaño de sus casas amplias y llenas de vegetación. El clima cálido que caracteriza a la costa eleva por encima de sus charcos bandadas de mosquitos impertinentes que conviven con los comunitarios de origen k’iche’.
Esta finca de 16 caballerías se ubica en la costa sur en el municipio de Champerico, departamento de Retalhuleu, que colinda al sur con el Océano Pacífico, a cinco metros sobre el nivel del mar, la finca El Mar y la Hacienda Cuchuapán. Al norte, colinda con Hacienda La Unión. Al este, con la aldea Cuchuapán y al oeste con la Finca San Lucas Miramar[3].
El Triunfo se asentó el 25 de septiembre de 1998, con 350 familias de población en resistencia. Esta tierra fue gestada y donada por parte de representantes del gobierno de Álvaro Arzú en coordinación con la Asociación Popular Campesina para el Desarrollo y apoyada por la Comisión Española de Ayuda al refugiado (CEAR)[4]. Su terreno plano permite oportunidad de riego para producir cultivos de caña, frijol, ajonjolí, maíz, melón, sandía, tomate, yuca y chile. Sin embargo, la desviación de los ríos aledaños causada por empresas ha generado que predomine el cultivo de caña de azúcar.
Memoria Viva
Catalina Tiu Tun, campesina de 46 años, fue delegada para representar a las mujeres de su aldea, San Antonio, Nueva esperanza, Uspantán, Quiché. Ella señaló que al asistir al evento conmemorativo en Memoria de los Mártires y Caídos del Genocidio fueron detenidos por la Policía Nacional Civil y un grupo de compañeros de su misma región, quienes los amenazaron antes de salir a dicha actividad. Los agentes de la PNC bajaron a los comunitarios de tres en tres y los cuestionaron sobre el lugar de destino al que se dirigían. Se les explicó el carácter del evento hasta que los dejaron salir.
"La opresión continúa desde que salimos a la luz pública", afirma Tiu Tun, y recuerda el miedo, los nervios y el sufrimiento que vivieron. "Yo tenía 6 años. Crecí en la montaña y cargué mi costal de un lado al otro. Antes, los ejércitos llegaban a destruir nuestra milpa y quemar nuestra casa. Ahora quiero trasladar la memoria y el pensamiento de resistencia a mis hijos, para que ellos protejan nuestra tierra y continúen la lucha. Hoy ya tenemos tierra y en ella cultivamos caña, café y cardamomo. No comemos tortilla porque no tenemos maíz, así que tenemos que comer hierbitas", relata. "Las mujeres ̶ agrega ̶ tienen derecho a hablar. Hablar para resistir y hablar para avanzar".
Virgilio García Carrillo, de 64 años, narra la pérdida de su primera familia, en 1983. Su esposa, embarazada de tres meses fue secuestrada junto a sus tres hijos por el ejército e instalada en la base militar de Huehuetenango. Pasó ocho días sin dormir ni comer. Muchos de sus vecinos se sometieron y optaron por las aldeas modelos que impulsaba el ejército. Pero él desistía de limpiar la bota asesina y prefería: "morir de hambre o de un balazo en la cabeza al lado de mi pueblo", afirma. Tuvo el ofrecimiento de alzarse en armas, pero no quería ser guerrillero. Su formación cristiana se lo impedía. Nueve años después volvió a encontrar a su familia y descubrió que su esposa era cocinera en un destacamento militar en Nebaj, Quiché. “Estaba ideologizada”, dice. Después de un diálogo sincero entre ambos, decidieron separarse.
García Carrillo expresó la importancia de colocar en el monumento los nombres de los mártires y caídos con el fin de recordar a sus hijos y nietos, ya que no necesariamente se lucha con sangre.
Memoria sobre piedra
300 nombres fueron inscritos en la placa principal del santuario. Foto: Aisza Arreaga Alonzo.
Después de dos décadas de lucha, se construyó en la comunidad El Triunfo una placa histórica denominada Santuario de los Caídos, que cuenta con 300 nombres de mártires y desaparecidos durante el Conflicto Armado Interno (1960-1996). A este homenaje asistieron representantes de las comunidades de Uspantán en la Zona Reina, Nebaj, Chajul y la Costa Sur, también representantes de organizaciones como Convigua y Codeca.
El presidente de la Comisión Nacional de Resarcimiento, Otoniel Fernández Escobar, dio palabras alentadoras ante la Asamblea Nacional de CPR Sierra y los lugareños asistentes. En su discurso expuso la importancia de impulsar este tipo de iniciativas, que después de diez años de gestión se pudo lograr con la aprobación del presidente de la República, Jimmy Morales. "Con este monumento se siembra de nuevo la semilla de la paz, la reconciliación y del desarrollo sostenible", dijo.
El funcionario se refirió a una evaluación que se hizo para darle cumplimiento a los Acuerdos de Paz, llevada a cabo en el Palacio Nacional de la Cultura, y el resultado fue que 20 años después siguen sin cumplirse hasta la fecha 711 compromisos del Acuerdo Socioeconómico y Agrario. Esto genera dificultades como altos índices de desnutrición, mortalidad materna infantil y degradación del medio ambiente, entre otros.
Este monumento fue construido por la empresa constructora Martínez. El proyecto fue financiado por el Estado de Guatemala y el Programa Nacional de Resarcimiento. El Comité de Víctimas, autoridades locales, Cocodes, auxiliaturas y la población de esa comunidad hicieron la gestión pertinente. Su costo fue de Q455,000. Las organizaciones acompañantes fueron el Centro de Análisis Forense y Ciencias Aplicadas (CAFCA), Impunity Watch, el Procurador de los Derechos Humanos (PDH), la Cruz Roja Internacional, la Municipalidad de Champerico, Retalhuleu, y CPR Sierra/APCD Sierra, como coordinadora general.
Resarcimiento, ¿para quién?
Juan Pérez, desaparecido por el Ejército en tiempos de Lucas García. Foto: Aisza Arreaga Alonzo.
El líder comunitario Virgilio García Carrillo tomó la palabra y expuso que ese monumento se debía los ancianos, ancianas y viudas que esperaban obtener un resarcimiento digno. "¿Cuánto tiempo hemos venido luchando por un resarcimiento digno… por un proyecto productivo sostenible para seguir subsistiendo? Es lamentable, que nuestros ancianos y ancianas se mueran con esa idea de que nos fuimos y perdimos todo. ¡Nunca hubo resarcimiento! Esto es triste, de veras. ¡Duele! Duele porque fueron millones de pérdidas en nuestras comunidades. Se perdieron las viviendas dignas que teníamos en nuestros hogares de origen (…) Los Acuerdos de Paz quedaron engavetados, nunca se han hecho realidad. Con 19 años asentados en esta comunidad aún no hay condiciones dignas. ¿Dónde está esa vivienda digna? Quedó solamente en papel. ¿Dónde está esa educación, dónde está esa salud? No hay atención para nuestros enfermos. ¿Dónde hay una clínica del Estado bien equipada aquí? No la tenemos", dijo.
También se refirió a la economía y la agricultura, áreas que hasta hoy no tienen ningún respaldo. No existe financiamiento para desarrollar proyectos ni tampoco se ofrece preparación técnica. "Estamos en el total olvido, no se ha hecho nada para el beneficio de las comunidades. No pedimos limosna, pues es una deuda que el Estado y los gobiernos de turno tienen que asumir con responsabilidad", afirmó.
García enfatizó en que en nombre de las comunidades de Población en Resistencia, se les tome en cuenta y expresó, con tristeza, que para el gobierno y las grandes instituciones del Estado no exista ley alguna que impida para robar el dinero, pero para las víctimas de resarcimiento no hay nada.
La Comisión del Programa Nacional de Resarcimiento solicitó, además de la bendición católica, una ceremonia maya. Sin embargo, Santiago Itzep, secretario de Guías Espirituales de esta región, relató que esto no fue posible porque de acuerdo con el calendario maya, este acto conmemorativo caía en un día 10 K´at que significa red, enredadera o atarraya, y esto no sería prudente para la energía de sus ancestros, sería algo así como un castigo para los abuelos y abuelas.
Finalmente, la XXVII Asamblea Nacional CPR de la Sierra declaró en su mensaje político con motivo de la inauguración del monumento que este es un reconocimiento por parte del Estado con el que afirma que sí violó sistemáticamente los derechos humanos de miles de hermanos y hermanas que dieron su vida por la transformación de Guatemala, y a las futuras generaciones pidió que se reconozca que durante aquellos años oscuros siempre hubo dignidad y rebeldía para no doblegarse y rendirse, y que con esos mismos valores en la actualidad miles de comunidades siguen enfrentándose a la imposición de modelos extractivistas, de monocultivos y megaproyectos que solo benefician a un reducido grupo de empresarios, políticos y funcionarios de gobierno[5]. ¡Guatemala, florecerás!
Los vecinos de El Triunfo llegaron a la inauguración del santuario, en febrero de 2017. Foto: Aisza Arreaga Alonzo.
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[1] CPR Ixcan, 13 años después de su salida al "claro" Una visión general a la Comunidad Primavera del Ixcan Parte I. Albedrío. org
[2] Expresión de un comunitario de e Triunfo Francisco Chávez Marcos
[3] Ver Morales Reynoso, Rosa Hidania (2006) "Cambio Sociocultural del Reasentamiento de Comunidades de Población en Recistencia (CPR Sierra) El Triunfo Champerico, Retalhuleu". Pág. 35 Tesis de posgrado Ciencia Política. USAC
[4] Ibidem pág. 29
[5] Declaración del Mensaje Político (2017) con motivo de la inauguración del Monumento en memoria de los Mártires de la Resistencia en Guatemala. CPR de la Sierra
Este trabajo fue finalista de la categoría "periodismo comunitario" del concurso Tejer Memoria, realizado en 2017 con el apoyo de PlazaPública y DW Akademie.
Multimedia
Fotos
Dirección:
El Triunfo, Champerico, Retalhuleu
Ubicación:
Cómo llegar:
Tipo de sitio de memoria:
Altar
Estado sitio de memoria:
Buen estado
Tipo de delito:
Varios
Comunidad lingüística:
K'iche